¿Por qué el lenguaje?
Febrero de 2013
Ivan Obolensky
Tratar de descifrar cómo y por qué se desarrolló el lenguaje es difícil, porque en el registro fósil hay muy poca información evolutiva que permita construir una teoría creíble. Los registros escritos datan de unos siete mil años1, mientras que el lenguaje probablemente haya surgido en África cerca de cien mil años atrás. Esta cifra se basa en estudios relacionados con la difusión gradual de ciertos atributos del idioma (diversidad de fonemas) que luego se siguieron en sentido inverso para calcular un punto de origen.2 Los primeros humanos anatómicamente modernos se remontan a cerca de ciento noventa y cinco mil años (los restos de Omo) descubiertos en Etiopía.3
Son conocidos, sin embargo, algunos hechos concretos sobre el desarrollo del lenguaje. Uno de ellos es que el lenguaje, el cerebro humano y la evolución del cerebro están relacionados.
De los intentos por tratar una epilepsia intratable han surgido pruebas de que la capacidad de formular el lenguaje reside en el lado izquierdo del cerebro y no en el derecho.
El cerebro humano está dividido en dos mitades: un hemisferio izquierdo y uno derecho. Si partimos una naranja por el centro de modo que solo una pequeña porción de la parte inferior sostenga los dos pedazos juntos, tendremos una imagen semejante a la del cerebro humano. La pequeña pieza que conecta las dos mitades se conoce como el cuerpo calloso.
Cortar el cuerpo calloso e impedir así que las dos mitades del cerebro tengan una conexión es una manera quirúrgica de tratar la epilepsia severa cuando los medicamentos no funcionan. El procedimiento evita que la actividad eléctrica de un hemisferio pase al otro en impulsos, lo que reduce la gravedad de las convulsiones. Una consecuencia inesperada de esta práctica quirúrgica ha sido la oportunidad de estudiar las diferencias entre los lados izquierdo y derecho.4 Roger Sperry obtuvo el Premio Nobel de Fisiología y Medicina en 1981 por sus descubrimientos sobre la especialización funcional de cada lado del cerebro, resultado de un estudio con pacientes denominados de «cerebro dividido».
Los dos hemisferios funcionan independientemente y parecen contar con características y funciones diferentes. El derecho es bueno para la noción espacial, la percepción y la música mientras que el izquierdo funciona muy bien con el análisis y las tareas verbales.5
Una peculiaridad de nuestro cerebro es que el hemisferio derecho no tiene control sobre el lado derecho, ni el izquierdo controla el lado izquierdo. Existe un mecanismo entrecruzado que hace que el hemisferio izquierdo del cerebro controle el lado derecho del cuerpo y el derecho controle el izquierdo.
Las personas que no tienen ninguna conexión entre sus dos hemisferios solo pueden nombrar y expresarse verbalmente acerca de objetos que no ven, y que son colocados en la mano derecha, porque esta es la parte controlada por el hemisferio izquierdo del cerebro. En cambio, no son capaces de referirse verbalmente a objetos que no ven si estos se colocan y se sostienen en su mano izquierda.6 Por lo tanto, el hemisferio izquierdo, el lado analítico, es el que controla el lenguaje y alberga nuestro centro del lenguaje.
El lado izquierdo analítico no solo se especializa en el lenguaje sino también en el pensamiento crítico, la lógica, los horarios, los detalles y el yo. El lado derecho del cerebro se ocupa más de la intuición, la percepción y el mundo exterior.
Tener hemisferios cerebrales separados no es algo exclusivo de los seres humanos.
Todos los mamíferos tienen dos hemisferios, pero solo los seres humanos los tienen tan grandes. Si se comparan con los de un chimpancé, los hemisferios cerebrales humanos son tres veces más grandes.
En cuanto a la razón por la que son más grandes y más desarrollados que los de otros mamíferos, y por qué solo uno de los lados tiene un centro del lenguaje, no tenemos una explicación.
Una fascinante teoría sobre la necesidad y el desarrollo de ambos hemisferios y su importancia en la evolución humana proviene de la técnica de los cazadores-recolectores que habitan hoy sabanas como las del desierto de Kalahari, en el sur de África.7
Sabemos que las sabanas comenzaron a establecerse hace unos diez millones de años junto con una gran diversificación de mamíferos e insectos de pastizales. El primer homínido aparece alrededor de tres millones de años después. El tamaño del cerebro había estado aumentando de forma lineal en todo el reino animal hasta entre cuatro y dos millones de años atrás, cuando se triplicó en los homínidos y terminó con la aparición de las primeras especies de homos.8 ¿Qué llevó a esta aceleración, y por qué la naturaleza optaría tan fuertemente por un aumento en el tamaño del cerebro?
La caza por persistencia fue un método usado por los primeros seres humanos, y probablemente por aquellos previos a los humanos, para llevar a otros mamíferos a la muerte al obligarlos a sucumbir por insolación y agotamiento. Esta técnica requiere de la capacidad de correr largas distancias durante las horas más calurosas del día, una habilidad para la que el cuerpo humano sin pelo y en posición vertical se encuentra notablemente bien adaptado. Los seres humanos sudamos y liberamos en el proceso la mayor parte del calor acumulado. La mayoría de los otros mamíferos tienen una capacidad limitada para disipar el calor y son propensos a sucumbir si se les obliga a esforzarse por largos períodos de tiempo, en particular durante los momentos de alta temperatura.9
La selección natural se basa en la supervivencia. Se trata de comer y ser comido. Los seres humanos se han convertido en los principales depredadores del planeta, y sin embargo no se destacan por la velocidad ni tienen grandes dientes o garras. En su lugar, su conformación física es adecuada para la resistencia, y tienen un cerebro grande con dos mitades que funcionan por separado. Estas características tienen poco que ver con la acción directa de escapar o de perseguir a la presa, pero pueden tener mucho que ver con el seguimiento, la organización y la intuición.
En la carrera armamentista evolutiva entre el depredador y la presa, ambas partes han tenido muchos logros, empezando por la capacidad de la presa de huir. En cierto punto algunos mamíferos con pezuñas, como los antílopes y los búfalos, ya no podían simplemente superar en velocidad a un depredador. En su defensa, desarrollaron una apariencia uniforme y el instinto gregario.
Para abatir un antílope, un depredador debe concentrarse en una sola víctima objetivo y luego arrasarla a pesar de sus giros y vueltas. Numerosas películas de leones y guepardos que atacan ñus y antílopes revelan que eligen una presa potencial y dejan de lado todo lo demás. Pero con tantas criaturas que lucen tan parecidas, existe una alta probabilidad de que el individuo se pierda en la multitud y el atacante pierda de foco a su objetivo. Un león logra una tasa de éxito de solo el 15%. Esta cifra no cambia hasta que al menos seis leones cacen juntos y aun así solo tendrán éxito el 32% de las veces.10
Situemos en la escena a un depredador que tuviese la habilidad de elegir a su futura víctima de la manada y perseguirla, pensando como ella, siendo ella, siguiéndola sin importar qué tanto trate de mezclarse y desaparecer en el conjunto de los otros animales. La presa podría fácilmente dejar atrás al cazador. Podría adelantarse y perderse de vista, regresar de nuevo y mezclarse otra vez con la manada en vano. Los cazadores la identificarán y la atraparán.
Para que esto ocurra, el nuevo depredador tendría que ser capaz de pensar como la presa, sin dejar de ser el depredador. Esto, en efecto, requiere dos conjuntos de mecanismos de pensamiento: una parte analítica que examina las pistas, se comunica con los otros y elabora la estrategia de quién en el grupo de caza presionaría y quién tomaría su lugar cuando se cansara. La otra parte pensaría como la presa, situándose en su mente. Si se metiera dentro de la cabeza de la presa, no perdería al animal particular que hace parte de una multitud, incluso si este se ha adelantado y no logra verlo. Se trata de intuición y caracterización utilizadas simultáneamente, dos fortalezas propias del hemisferio derecho.
La consciencia sobre sí mismo puede haber sido consecuencia de esta modalidad de caza. Situándose en la mente de la presa, uno podría saber que era perseguido y por quién.
En los tiempos modernos, es difícil imaginar un mundo sin comunicación ni lenguaje y no estar conectado con los acontecimientos que suceden en todo el mundo.
En 2001, dos conservacionistas, Leanne Allison y Karsten Heuer, rastrearon una manada de caribúes durante más de mil kilómetros a través del Refugio Nacional de Vida Silvestre del Ártico. Les tomó varias semanas deshacerse de su necesidad de contacto electrónico con los demás y sufrieron síntomas de abstinencia antes de que pudieran caminar y buscar el caribú en un silencio mental y físico. Con el tiempo sus características del hemisferio derecho del cerebro se hicieron más evidentes y útiles, mientras que su lado izquierdo, orientado al lenguaje, pasó a jugar un papel menos dominante.
Karsten escribe en su diario:
«… Somos nuevos en esto, en acatar la intuición, y mientras instalábamos el campamento nos preguntábamos si hacíamos lo correcto o no. Después de tanto tiempo nos preguntamos ¿por qué nos sentamos en lugar de caminar?».11
En su búsqueda, la intuición les había dicho que debían sentarse y esperar, y se encontraron con que lo estaban haciendo. Se vieron recompensados cuando, como por arte de magia, de la niebla aparecieron cientos de caribúes.
Unos días más tarde Karsten escribió:
«Ha habido demasiadas coincidencias en los últimos cuatro meses, demasiados signos que aparecen en el momento justo como para atribuirlo todo a la suerte. Hay tantos lugares de este vasto conjunto de montañas, valles y llanuras costeras donde no hay caribúes, pero día tras día, nos tropezamos a ellos, o ellos con nosotros…».12
La caza por persistencia todavía se practica en algunos lugares remotos del mundo. La tasa de éxito, de acuerdo con Louis Liebenberg, quien registró por primera vez esta modalidad en 1985 y acompañó a cuatro cazadores en el Kalahari, era hasta del 80%.
Puesto que se empuja a la presa al agotamiento y la muerte, no se necesita nada más que un pedernal afilado para preparar la comida. No se requiere ninguna otra herramienta: ni arco con flechas, ni tampoco una lanza. Como beneficio adicional, no se derrama sangre que pueda atraer a otros depredadores, como hienas y leones, ni existe la posibilidad de daños corporales de los cascos y los cuernos como producto de la agitación de la presa.13
No es claro cuánto tiempo le tomó a este tipo de comportamiento manifestarse. A juzgar por los resultados, la caza por persistencia tuvo más éxito si se compara con las modalidades de otros depredadores. Lo que se necesitaba para que la presa no pudiese escapar era un hemisferio cerebral izquierdo muy desarrollado para la organización, junto con un hemisferio derecho altamente capacitado.
Cuando la temperatura aumentó debido al cambio climático, esta modalidad de caza seguramente tuvo más éxito, con la ventaja adicional de proporcionar una dieta concentrada de alto valor proteico para estimular el crecimiento.
Sin embargo, la naturaleza selecciona no cuando la vida es fácil, sino cuando los recursos son escasos o la especie se encuentra bajo estrés ambiental. Si hubo un período de rápido cambio climático que pasó varias veces del calor al frío y viceversa, es posible que solo las especies con mayores capacidades pudieran sobrevivir y que se produjera el desarrollo acelerado de tales atributos a través de la selección natural.
Con la conciencia de sí mismo, un método exitoso para la supervivencia, y el logro de ser el mayor depredador, ¿por qué existiría en tal ambiente una necesidad particular de un lenguaje y de un desarrollo del lado izquierdo del cerebro?
Tal vez porque los seres humanos tuvieron tanto éxito; después de todo, ¿a qué debe temer el principal depredador sino a los otros individuos de la misma especie?
Supongamos que la pareja de nuestro pariente primitivo y sus dos hijos están sentados junto al fuego y aparecen tres extraños ¿Qué podría hacer el macho para evitar que le arrebaten a su compañera, que sus dos hijos y él mismo sean asesinados, y que ella sea obligada a crear otra familia con alguno de los agresores, en caso de que todavía pudiera hacerlo?
En términos de números en este ejemplo originalmente habría siete humanos. Después del encuentro habrá cuatro y deberán pasar varios años antes de que el número sea siete de nuevo. ¿Y qué puede hacerse para evitar que el mismo ciclo se repita una y otra vez?
Si este fuera el caso, los números de la población humana muy probablemente se desplomarían hasta el borde de la extinción.
¿Qué pasaría entonces si se pudiera contar historias, crear empatía y comunicar sobre cosas en común? Quienes pudieran hacerlo probablemente lograrían sobrevivir a un encuentro como este y transmitir sus habilidades de comunicación y las del hemisferio izquierdo del cerebro. Este grupo y su descendencia se extenderían y predominarían, formado la base para dar el salto hacia el lenguaje.
En tal caso el lenguaje nunca tuvo como objeto cazar o encontrar comida. Es probable que la cacería sucediera mucho antes de que surgiera el lenguaje. El desarrollo del lenguaje fue una forma de sobrevivir a los encuentros con otros individuos de la misma especie, algo que resulta esencial incluso hoy en día.
- Durant, W. (1963). Our Oriental Heritage. Nueva York, NY: Simon and Schuster
- Wade, N. (2011, abril 14) Phonetic Clues Hint Language is African-Born. The New York Times. R Consultado el 14 de febrero de 2013 en http://www.nytimes.com/2011/04/15/science/15language.html?_r=0
- Mayell, Hillary (2005, febrero 16). Oldest Human Fossils Identified. National Geographic News. Consultado el 14 de febrero de 2013 en http://news.nationalgeographic.com/news/2005/02/0216_050216_omo.html
- O’Shea, M. (2005). The Brain, A Very Short Introduction. New York, N.Y: Oxford University Press
- «The Split Brain Experiments». Nobelprize.org. Consultado el 15 de febrero de 2013 en http://www.nobelprize.org/educational/medicine/split-brain/background.html
- O’Shea, op. cit.
- McDougall, C. (2009). Born To Run, A Hidden Tribe, Superathletes, and the Greatest Race the World Has Never Seen. Nueva York, NY: Alfred A. Knopf
- Christian D. (2008). Big History: The Big Bang, Life on Earth, and the Rise of Humanity. Chantilly, VA: The Teaching Company
- Liebenberg, L. (2006, December) Persistence Hunting by Modern Hunter-Gatherers, Current Anthropology, Vol. 47, Number 6. Consultado el 15 de febrero de 2013 en http://www.mattmetzgar.com/wp-content/uploads/2007/08/persistence_hunting.pdf
- Myhrvold, N. (2007). Lions: Africa’s Magnificent Predators. Edge: The Third Culture. Consultado el 15 de febrero de 2013 en http://www.edge.org/3rd_culture/myhrvold_lions07/myhrvold_lions07_index.html
- Heuer, K. (2005) Being Caribou, Five Months on Foot with an Arctic Herd. Minneapolis, MN. Milkweed Editions, p. 187
- Heuer, op. cit., p. 205
- Liebenberg, op.cit.
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Fascinating!!! Another mind-enhancing article! Really so interesting – have often wondered how and why language evolved. Interesting information on brain formation and function. Thanks again Ivan for opening our eyes and sparking so much thought!! Your articles are also great conversation starters! I want to discuss more about language – why there are so many different languages and why they are so different around the globe?
Well done – you’ve got more fans on the East Coast!