La Piedra de Rosetta

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Enero de 2012
Ivan Obolensky

El software de aprendizaje del lenguaje Rosetta Stone se encuentra muy difundido. He pasado por numerosos aeropuertos y he descubierto los quioscos que ofrecen la caja amarilla con la pequeña piedra azul. Incluso he utilizado sus servicios, y me gustan, aunque uno tiene la impresión de que sus anuncios y testimonios hacen parecer demasiado fácil el aprendizaje de un nuevo idioma. Si uno conoce la historia de la Piedra de Rosseta, podría reconsiderar la idea de tal facilidad.

En primer lugar, veamos algunos antecedentes:

Las lenguas han existido por cerca de cien mil años. ¿Cuántas han existido en el pasado? No lo sabemos y parte de la razón es que no existe ningún registro.

El lenguaje es oral, por naturaleza. Fue, y sigue siendo transmitido de una generación a otra a través de la palabra hablada. En el pasado lejano, si todos los que hablaban un idioma morían, este moría con ellos.

Se cree que la escritura surgió hace unos 6.000 años.

Tener una lengua en forma escrita amplía las probabilidades de que esta pueda entenderse muchos siglos después de que haya dejado de ser de uso común. El griego antiguo y el latín son dos ejemplos. Aunque rara vez se hablan, todavía se entienden, e incluso se siguen publicando.

El hecho de que una lengua se encuentre en forma escrita no garantiza sin embargo que pueda entenderse, aun después de un estudio exhaustivo.

Supongamos que se descubre una antigua tablilla con los siguientes símbolos tallados en ella:

“xcnuaofihoiwhdfoihoihwdfoihwogdihoihoijwfdoih”.

¿Qué quiere decir esto? ¿Por dónde empezamos a descifrarlo?

¿Será que las letras representan sonidos como en un lenguaje fonético, tal como el ruso o el español? ¿O acaso las letras representan palabras individuales como en los ideogramas chinos? Más complejo aún, ¿qué pasa si varias letras combinadas representan un modismo o un concepto? Por ejemplo, ¿qué pasa si la secuencia de letras: “xcnua” en el pasaje anterior significa en realidad “es necesario”? ¿Cómo podemos inferir esto a partir de los datos que tenemos?

La respuesta es que no se puede. Una situación como esta se dio con el estudio de los antiguos jeroglíficos egipcios antes de 1799. En ese entonces se encontraban muy difundidos pero eran ilegibles. Descifrar una lengua muerta a partir de sus restos escritos es casi imposible. Es necesario desentrañar el lenguaje hablado, su vocabulario y la gramática a partir de símbolos escritos que no tienen ningún contexto en particular.

Además, la conexión entre la forma escrita y hablada de un idioma es a veces oscura.

El lenguaje hablado está compuesto de fonemas. Los fonemas, como se mencionó en un artículo anterior,* son la unidad mínima de sonido del habla en un idioma. Por ejemplo, en español la “r” larga en “perro” diferencia esta palabra de “pero”.

Los grafemas, por su parte, son el equivalente escrito de los fonemas. Un grafema es la unidad semántica distintiva más pequeña en el lenguaje escrito. Un grafema puede ser un carácter alfabético, un carácter chino, un dígito, o incluso un signo de puntuación.

En un mundo ideal, un solo grafema correspondería a un único fonema, como en la palabra en inglés “cat”. En ella, los tres grafemas: <C>, <A>, <T> corresponden a los tres fonemas de los sonidos de la C, la A y la T.1

Desafortunadamente para quienes tratan de descifrar la escritura antigua, los grafemas pueden variar drásticamente de los fonemas, como en el nombre en inglés: Featherstonehaugh que en realidad se pronuncia “Fanshaw”.

En el caso del egipcio antiguo, el lenguaje escrito contaba con dos formas: una que usaban los administradores del gobierno y otra utilizada con fines religiosos. La escritura de los templos se denominaba jeroglíficos o, literalmente, “tallas sagradas”.

Los jeroglíficos egipcios fueron indescifrables hasta 1799, pues no existía una manera de conectar el símbolo, o los símbolos, con algo conocido. Nada permitía anclar su significado, lo que hizo del estudio del egipcio antiguo un ejercicio frustrante. De hecho, la mayor parte de lo que se conocía sobre Egipto antes de 1799 resultó ser información errónea.

El descubrimiento casual de la Piedra de Rosetta cambió todo esto e impulsó un renacimiento en el estudio del egipcio, así como el de otras lenguas antiguas.

La Piedra de Rosetta fue descubierta en Egipto a mediados de 1799, pero no se sabe con exactitud cómo tuvo lugar su hallazgo.

Napoleón Bonaparte inició su campaña de Egipto en 1798 con el objetivo de proteger el comercio francés y socavar el acceso británico a la India mediante la conquista y la colonización de Egipto.

Napoleón no solo planeó una campaña militar sino que, con el fin de comprender mejor y colonizar Egipto, creó un instituto de estudios científicos y artísticos del que hacían parte químicos, zoólogos, ingenieros, dibujantes y practicantes de otras disciplinas, que conformaban un grupo de ciento sesenta y siete personas.

Aunque su ejército fue muy exitoso, su armada no lo fue tanto. En la batalla del Nilo, en agosto de 1798, las unidades navales británicas derrotaron a la flota francesa cerca de Alejandría tras el hundimiento y la captura de trece de los diecisiete navíos franceses. Esta victoria permitió dos cosas: que Gran Bretaña se convirtiese en el amo indiscutible del Mediterráneo, y que Napoleón se mantuviera atrapado en Egipto.

Sacando el mejor provecho de una mala situación, los franceses se establecieron en todo el delta del Nilo occidental. Mientras que el ejército construía fuertes y tomaba nota de los alrededores, el Instituto exploraba las ruinas y recolectaba objetos.

Algunos informes señalan que la Piedra de Rosetta se hallaba tirada en el suelo cerca de la ciudad egipcia de Rashid (conocida como Rosetta por los europeos). Otro reporte señala que la piedra fue encontrada como parte de una antigua muralla que los soldados franceses ordenaron demoler para ampliar la fortaleza local llamada Fort Julien. Por suerte, fue reconocida como algo de importancia y llevada al Instituto.

La Piedra de Rosetta permaneció en Egipto hasta 1802, cuando fue entregada a los británicos como parte de los términos de rendición entre los ejércitos británico y francés. Más adelante fue transportada a Londres, donde permanece hasta el presente en el Museo Británico.

Aunque el trabajo de traducción se inició casi de inmediato, su desciframiento final no culminó sino hasta la década de 1820, luego de más de veinte años de estudio.

La piedra es un fragmento de un decreto escrito tallado en granito en tres notas escritas, y emitido en Egipto, en Memphis, por Ptolomeo V y un sínodo de sacerdotes. Los miembros de la dinastía ptolemaica eran griegos, o más exactamente macedonios, que gobernaron Egipto desde poco después de la muerte de Alejandro Magno, en el 325 a. C., hasta algún tiempo después del año 30 a. C., con la muerte de Cleopatra, cuando Egipto pasó a ser controlado por los romanos. El decreto se expidió en el año 196 a. C. y se inscribió en la piedra en tres formas y dos lenguas: en griego antiguo, en jeroglíficos del egipcio antiguo y en demótico, que era la escritura egipcia, una forma de caligrafía jeroglífica utilizada cotidianamente.

La traducción completa se terminó más de veinte años después de su descubrimiento y no fue nada sencilla por varias razones:

En primer lugar, a pesar de que el griego antiguo era conocido por los estudiosos de la época, lo era principalmente como el idioma de Homero, Heródoto, Tucídides y Platón, y de sus correspondientes obras literarias. No se sabía cuál era su uso como lengua de gobierno y administrativa bajo la dinastía ptolemaica.

El contenido de la Piedra de Rosetta no es literatura, sino un anuncio de relaciones públicas donde se proclamaba a grandes rasgos que, dado que el rey Ptolomeo dedicaba una parte de sus ingresos para el beneficio de los sacerdotes y establecía la reducción de impuestos para asegurar la prosperidad general, debían celebrarse en su honor las fiestas de la generosidad.

Aunque en apariencia es algo sencillo, imaginemos lo que significaría descifrar dentro de dos mil años las instrucciones para completar una declaración de impuestos de hoy, sin saber nada sobre lo que es la deducción de una hipoteca. Esos fueron los tipos de problemas que tuvieron que enfrentar los traductores de los siglos XVIII y XIX con el lenguaje religioso y administrativo de la época.

En segundo lugar, la piedra es un fragmento de su original, que contiene treinta y seis líneas de texto jeroglífico, setenta y tres de texto demótico y setenta y cuatro de griego. Se estima que faltan unas catorce o quince líneas de texto jeroglífico, así como algunas porciones de los textos demótico y griego. El texto en griego antiguo brinda el punto de partida para la interpretación. La escritura demótica era entonces desconocida, pero se asumió que era alfabética. El estudioso francés Silvestre de Sacy reportó en 1802 haber aislado cinco nombres que ayudaron a identificar el alfabeto demótico. Fue con el tiempo que se supo que la Piedra de Rosetta estaba escrita en tres notas, pero solo en dos idiomas, griego antiguo y egipcio.

El texto jeroglífico continuó siendo un misterio, hasta que Sacy inició conversaciones con un estudiante de la escritura china, y postuló que los nombres extranjeros podían escribirse fonéticamente en lugar de ser un ideograma. Esta sugerencia la hizo a través de la correspondencia con el inglés Thomas Young, quien se percató de las similitudes entre los jeroglíficos y la escritura demótica. En 1814, Young intercambió cartas con Jean-François Champollion, quien comparó los jeroglíficos de la Piedra de Rosetta con los de otro obelisco. Champollion pudo entonces armar un alfabeto de caracteres jeroglíficos egipcios. Sus escritos de 1822 marcaron el verdadero hallazgo que permitió leer los jeroglíficos egipcios en los tiempos modernos.2

La Piedra de Rosetta fue importante porque proporcionó información crítica que hacía falta, y ofreció un vínculo entre una lengua conocida (el griego antiguo) y dos escrituras egipcias desconocidas. Es posible que los jeroglíficos egipcios se hubiesen descifrado a partir de otros decretos anteriores que fueron descubiertos más tarde, pero en ese momento la Piedra de Rosetta encendió la imaginación de los investigadores y le dio un impulso significativo a los estudios sobre Egipto y las civilizaciones antiguas.

Hoy en día pocos conocen la historia de la Piedra de Rosetta, y los detalles acerca de la manera reticente como entregó sus secretos.

* Ver: Los ritmos de los fonemas


1 Crystal, D. (2005). Graphology. En The Cambridge Encyclopedia of Language, Second Edition. Cambridge, Reino Unido: Cambridge University Press.

2 Ray, J. (2007). The Rosetta Stone and the Rebirth of Ancient Egypt. Consultado el 15 de enero de 2012, en Google Books: http://books.google.com/books?id=TJCT5ajby2IC&printsec=frontcover&source=gbs_ge_summary_r&cad=0#v=onepage&q&f=false


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