Lenguaje y clasificación

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Septiembre de 2012
Ivan Obolensky

De acuerdo con la decimosexta edición de Ethnologue: Languages of the World, existen actualmente 6.909 lenguas en el mundo. El libro (que tiene 1.248 páginas) fue publicado por SIL (Summer Institute of Linguistics, Inc.), una institución religiosa sin fines de lucro, con sede en Dallas, Texas. Este instituto se ha interesado desde hace muchos años en la traducción de la Biblia cristiana y hasta el momento tiene versiones en 2.508 lenguas diferentes, un número sorprendente si se tiene en cuenta que el 94 % de la población mundial habla apenas 389 idiomas. Dicho de otra manera, el 94 % de las 6.520 lenguas existentes son habladas por tan solo el 6 % de los habitantes del mundo.

En términos de uso, el mandarín es la lengua más extendida, ya que la usa el 14,1 % de la población mundial. El español es la segunda y la habla el 5,85 % de los habitantes del mundo. El inglés ocupa el tercer lugar, con el 5,52 %, seguido por el hindi (4,46 %) y luego por el árabe (4,23 %). Las personas que hablan estos cinco idiomas representan más del 34 % de la población del mundo. Un poco más abajo en la lista aparece el ruso, en la octava posición (2,42 %), en tanto que el francés sólo lo habla un 1,12 % y ocupa el decimosexto puesto.

Esta cifra de 6.909 no incluye los dialectos, que se cuentan aparte de las lenguas y de los cuales hay más de 39.400 diferentes, aunque no existe una línea precisa que permita trazar una distinción exacta entre una lengua y un dialecto.1

Por ejemplo, en Estados Unidos, en el estado de Pensilvania, existe un dialecto llamado holandés de Pensilvania, que se considera una rama de alemán (el nombre de este dialecto no tiene nada que ver con los Países Bajos, sino que se refiere a la palabra alemana deutsch). En un sentido amplio, dialecto es un término que denota una forma de lenguaje hablado por un grupo específico de personas, y que se ha desprendido de lo que se considera un idioma “estándar”. En este caso, el idioma estándar es el alemán que se habla en Alemania.

Un dialecto puede tener cambios en la gramática, el vocabulario y la pronunciación con respecto al lenguaje “estándar”. Lo que dificulta hacer la precisión es que las diferencias entre dos lenguas y las que existen entre un dialecto y su lengua “estándar” son exactamente las mismas: variaciones gramaticales, de vocabulario y de pronunciación.

El punto exacto para empezar a diferenciar entre un dialecto y una lengua comienza a desdibujarse aún más cuando se intenta identificar el momento en el que un dialecto se convierte en una nueva lengua. Esta imprecisión es similar a la incertidumbre taxonómica que se presenta cuando se busca precisar el instante en el que una rama biológica de una especie se ha convertido en una especie independiente. Es una cuestión de grados, pero la determinación de cuándo sucede esto se encuentra sujeta más a la interpretación y las opiniones individuales que a la ciencia.

Cuando nos referimos a la distinción entre un dialecto y una lengua, ¿podría considerarse que si las diferencias son tan grandes como para hacer imposible el entendimiento mutuo, estaríamos hablando un idioma diferente?

No necesariamente. Sólo miremos la diferencia que hay entre el inglés moderno y el que se hablaba en la época de Geoffrey Chaucer. Chaucer escribió Los cuentos de Canterbury alrededor de 1380. Si se hablara hoy, ese inglés sería prácticamente ininteligible para un angloparlante moderno, aunque todavía se considera inglés moderno. La diferencia radica sobre todo en la forma de la ortografía y el vocabulario y no en la gramática.

El inglés de Shakespeare también se considera inglés moderno, con más palabras que el lector moderno puede reconocer que si se comparan con las utilizadas por Chaucer; pero aun así, es improbable que se pudiese tener una comprensión clara del significado de muchas cosas sin un buen diccionario a la mano.

Aunque lo anterior parece bastante confuso, no debemos alarmarnos demasiado. Todo el tema de la clasificación en general, ya sea en cuanto al idioma, los dialectos, las especies biológicas o la determinación de si un organismo pertenece a un reino particular no es algo que pueda analizarse fácilmente.2

En Biología, tales esquemas de clasificación se enmarcan en la disciplina académica conocida como Taxonomía Biológica y allí, también hay y han habido dificultades similares a la de definir la diferencia exacta entre las lenguas y los dialectos.

Hubo un tiempo en que sólo contábamos con dos categorías principales de seres vivos: las plantas y los animales, como era el caso en el siglo XVIII. La vida era entonces simple; pero luego, como consecuencia del descubrimiento del microscopio electrónico, en 1938, los seres vivos se han dividido en tres y luego en cuatro reinos diferentes: vegetal, animal, protista (organismos unicelulares complejos como ciertas bacterias que tienen un núcleo) y monera (bacterias más simples que no tienen un núcleo, lo mismo que las algas verdeazules).

Más adelante, los cuatro reinos se ampliaron a cinco y luego, como resultado de la investigación del ARN a mediados de los años setenta, a seis. En 2004 el biólogo Thomas Cavalier-Smith reorganizó estos seis reinos en otros seis diferentes. La clasificación actual incluye animales, plantas, hongos, bacterias, protozoarios y chromista (algas que contienen clorofila).3 Es importante señalar que este esquema de clasificación también podría cambiar con la adición de los virus. Aunque en este momento no se consideran con vida, tampoco están exactamente muertos, al menos cuando se comparan con algunos filamentos inanimados de proteínas llamados priones que son formas de proteínas mal plegadas, y que alteran el tejido cerebral como en el caso de la enfermedad de las vacas locas. La clasificación varía a medida que cambian nuestros puntos de vista.

Parece que todos los sistemas de clasificación de la naturaleza humana son construcciones de la mente humana y no necesariamente atributos de las cosas mismas. Como seres humanos, tratamos de clasificar lo que vemos a nuestro alrededor. Damos nombres a las cosas. En cierto modo, esta tendencia es resultado de la formación de nuestra lengua, ya que tratamos de identificar todo lo que vemos para poder comunicarlo a los demás. Es muy probable que el lenguaje sea la característica que define a la humanidad, ya que da forma a gran parte de lo que hacemos y de la manera cómo vemos el mundo. Imaginemos entonces que existen otras 6.908 maneras de describir la misma cosa, sin contar con las 39.000 o más posibilidades que se desprenden dependiendo de dónde nos encontremos y de qué queramos decir.


1. Lewis, M. Paul (ed.), (2009), Ethnologue: Languages of the World, decimosexta edición. Dallas, SIL International. Versión el línea: http://www.ethnologue.com/
2. Anderson, Stephen (2012). Languages: A Very Short Introduction. Oxford, Reino Unido: Oxford University Press.
3. Cavalier-Smith, T., (2004). “Only six kingdoms of life”, en: Proceedings. Biological sciences / The Royal Society, junio 22: 271(1545):1251-62. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/15306349


Lea su blog de autor en inglés o la traducción literaria al español de su novela, El ojo de la luna.

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  1. Judith Ann Mcdermott
    Judith Ann Mcdermott10-12-2012

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    • Ivan
      Ivan10-30-2012

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