Aislamiento y redes sociales
Octubre de 2015
Ivan Obolensky
Las redes sociales han estado presentes desde hace algún tiempo. A muchas personas les encantan. Otras las odian. Algunos las utilizan, aunque con reservas. Ofrecen beneficios enormes, como permitir el contacto con familiares y amigos de una manera que antes era imposible. Tienen igualmente grandes desventajas. Pueden llegar a ser adictivas, desperdiciar una cantidad increíble de tiempo y producir lesiones, especialmente cuando se publica algo mientras uno camina y aparece, de repente, un poste de luz. ¿Qué hay en las redes sociales que nos pone a reflexionar y por qué?
En un artículo anterior, Lo incompleto y la imaginación, se explica que las percepciones que tenemos del mundo no lo representan necesariamente en su verdadera dimensión. Lo sabemos porque gran parte de la información original que obtenemos, ya sea a través de la vista, el tacto, el oído o el olfato, tiene que ser procesada y modificada antes de que llegue finalmente al cerebro y experimentemos el mundo en la manera como lo hacemos.
Una forma más mundana de entender este proceso es imaginar que escribimos en un teclado. Los resultados que aparecen en la pantalla en forma de letras no son la presión de las teclas. El resultado difiere del ingreso de los datos. Mediante señales electrónicas, programas de software y microprocesadores, la acción de escribir se convierte en letras que miramos en la pantalla de la computadora. Cuando se observa todo el sistema desde cierta distancia podemos reflexionar sobre el hecho de que la acción de presionar con los dedos crea letras, dos cosas muy diferentes. Si vamos un paso más allá, las letras se agrupan en palabras con significado, que luego pasamos a través de otro conjunto completo de sistemas y servidores si decidimos enviarlas por correo electrónico o publicar lo que hemos escrito. Los sistemas del receptor revierten luego el proceso con el fin de poner el mensaje en un formato que pueda leerse y ser comprendido. Aquí, de nuevo, el ingreso de los datos y los resultados difieren entre sí.
Uno de los preceptos de la PNL (Programación Neurolingüística) es que la mente recibe información a través de los sentidos. Los sentidos, ya sea la vista, el olfato, el gusto, etc., se denominan modalidades. Estas modalidades son sistemas de representación. Representan el mundo para nosotros, tal como lo percibimos.1
Desde un punto de vista más abstracto, cada sentido podría considerarse una variable que asume valores diferentes. En la clase de álgebra del colegio representamos varias figuras, como un círculo, una línea, una parábola, en una hoja de papel cuadriculado en la que se trazan dos variables que se relacionan de una manera específica. Al cambiar los valores, los resultados son las figuras que dibujamos. A medida que agregamos más y más variables y tratamos de trazar los valores, el número de ejes aumenta hasta el punto en que resulta imposible concebir las figuras en tres dimensiones.
Los matemáticos se refieren a cada valor imaginable de todas las variables que estamos usando como un “espacio de estado”. Cada valor específico de las variables individuales en un momento exacto en el tiempo define un punto en ese espacio.2 Una moneda lanzada al aire tiene un espacio de estado de dos; un dado, uno de seis. Si tuviésemos que representar cada variable como uno de nuestros sentidos y los sentimientos que obtenemos de cada sentido como un valor, podríamos representar lo que estamos percibiendo como un punto específico en ese espacio de estado. Cada punto define una combinación exacta de sentidos y de grados de percepción. Ahora, imaginemos que cada uno de los valores de estos puntos puede cambiar. Crearíamos así una secuencia de percepciones similar a una película.
La parte interesante surge cuando invertimos el proceso. Al tomar un punto específico y convertirlo de nuevo en información sensorial, volvemos a representarnos lo que vivimos. Cuando recordamos algo, un perro, por ejemplo, regresamos al punto en el espacio de estado que grabamos para representarlo. Dado que las personas experimentamos y registramos estos puntos desde perspectivas que difieren entre sí, el punto en el espacio de estado que representa un perro es diferente para cada persona. De allí que todos seamos únicos.
¿Cuántas modalidades o sentidos tenemos? Muchos, pero por suerte, dependemos principalmente de seis.3
Se considera que existen 1080 partículas fundamentales en el universo. Si tenemos en cuenta que cada uno de nuestros sentidos puede asumir un número casi infinito de valores, no es de extrañar que tengamos un universo entero en nuestras mentes.
La mente tiene otra característica: puede pensar en lo que está haciendo. Se puede autorreferenciar. Podemos “vernos” a nosotros mismos pensando en pensar o haciendo algo que no ha sucedido todavía. Esto lo hacemos cambiando y modificando los valores de las variables en el espacio de estado y sacando conclusiones.
Todo lo que consideramos como conocimientos y conciencia se puede representar mediante puntos en el espacio de estado y por las conclusiones abstractas que extraemos de ellos.
¿Es realmente esta la manera en que pensamos? No necesariamente, es un modelo posible, pero puede resultar útil mirar las relaciones en línea de esta forma.
Cuando dos personas se conocen y sostienen una conversación desde el punto de vista de un espacio de estado, la viven a través de todos sus sentidos y tienen muchas variables en común. Se podría considerar que el espacio creado a partir de la interacción es rico.
Las interacciones que se producen en línea difieren en que en ellas participan menos sentidos, lo que significa menos variables y un espacio de estado mucho más pequeño para representar la interacción.
Una manera de visualizar esto es por medio de dos círculos que se intersecan. Uno de ellos puede ser la representación de uno mismo y un espacio de estado propio. El otro podría ser otra persona, con su espacio de estado. En el mundo real, cuando dos personas se encuentran e interactúan, sus espacios de estado tienen puntos en común. Esto lo representa el área donde los círculos se superponen. Como representación de una relación en línea, los círculos estarían más separados y la zona de intersección sería mucho menor*.
En el caso de la interacción en línea con miembros de la familia, donde existe una gran cantidad de antecedentes, el espacio de estado en común es menor que el de un encuentro que se produce cara a cara, pero, sin duda, es más grande cuando se compara con el de un nuevo contacto con alguien de quien solo se sabe que es amigo de un amigo.
¿Qué significa esto? Supongamos que queremos crear una relación “real” en línea. Para tener una relación más rica a partir de una forma tan limitada de interacción se requiere complementar la experiencia con variables adicionales y puntos que hemos creado en el espacio de estado propio. Si preguntamos a alguien que utiliza mucho las redes sociales si tal relación es real y tangible, seguramente responderá que sí. Y eso es cierto para él o ella, pues han aumentado su percepción de la relación con puntos de su propia creación que le brindan la riqueza que desean. Uno de los resultados es que su mapa fabricado, o espacio de estado, tiene solo una pequeña sustentación en el mundo real. La relación puede ser real y rica para ellos, pero puede que no corresponda necesariamente con la que habría tenido lugar de haberse dado frente a frente.
La relación podría considerarse más sintética que las que tienen lugar fuera de Internet, ya que gran parte de ella es de factura propia. Para empezar, discernir la verdad en línea es mucho más difícil porque el espacio de estado es pequeño. En las conversaciones cara a cara uno tiene mucha más información que le sirve para discernir si la persona que habla está siendo honesta o no. También se cuenta con el uso de la intuición, conclusiones extraídas mediante el uso de datos sensoriales de los que no somos conscientes analíticamente. Recibimos mucha más información de la que somos capaces de procesar. Si toda esta información estuviese disponible a la vez sería abrumadora, así que somos selectivos. De vez en cuando las conclusiones de este cúmulo de datos nos llegan como destellos de perspicacia e intuición. Mientras más rico sea el espacio de estado en sí mismo, más probable será que esto suceda.
Se piensa que es más fácil comenzar una interacción en línea que una personal porque inicialmente requiere de un esfuerzo menor (espacios de estado más pequeños) y porque existen menos posibilidades de un rechazo potencial.
Una vez iniciada, para hacer más real una relación en línea se requiere una mayor inversión personal. Resulta fácil fabricar la información necesaria para cumplir este propósito. Uno puede imaginar todo tipo de cosas acerca de la otra parte. Cualquier cosa es posible, simplemente porque no existe una manera de anclar la relación a una realidad definida. Podemos proyectar sobre la otra parte mucho más de lo que podría estar justificado. El espacio de estado de la relación real es pequeño y cabe en cualquier número de espacios de estado que uno pueda imaginar.
No obstante, debido a este elemento de producción propia, las relaciones en línea pueden ser muy gratificantes. Podemos hacer que sean lo que queramos en lugar de lo que realmente son. Es mucho más fácil usar nuestra imaginación que interactuar con una persona real que no necesariamente cumple con nuestras expectativas.
Uno oye hablar de adolescentes que reaccionan negativamente a los rechazos o al matoneo en línea. Se vuelven vulnerables en extremo, lo que tiene sentido porque gran parte de la relación es la que ellos mismos han percibido. Además, debido a que están conectados a una red completa de personas que ven todo lo que se publica y que pueden o no tener el mismo punto de vista, resulta difícil diferenciar al originador particular entre todos los que estuvieron expuestos a la publicación. Si este es todo el mundo social de una persona, puede llegar a ser devastador.
¿Qué tan importante es tener interacciones sociales que utilicen todo el espacio de estado que tenemos disponible y no solo el que se encuentra limitado y definido por las interacciones en línea?
Un estudio reciente de 11.000 adultos encontró que reemplazar el contacto cara a cara con correos electrónicos, mensajes de texto, tweets y llamadas telefónicas puede duplicar el riesgo de sufrir depresión. Las personas que se reunían con los amigos y la familia al menos tres veces por semana eran mucho menos propensas a sufrir de síntomas depresivos en un período de dos años (el 6,5 %) en comparación con las que tenían contacto cara a cara una vez cada tres meses (el 11,5 %).
El contacto regular, o incluso incrementado por medios electrónicos, no compensa a nadie por la falta de comunicación cara a cara.
El estudio también encontró que mientras más años tenga una persona, más importante será para ella el contacto personal.
La riqueza de la experiencia y la interacción social son vitales para la salud de los seres humanos. Los amigos equilibrados y felices pueden marcar una gran diferencia en la forma en que percibimos el mundo. Estas actitudes resultan más contagiosas que los estados de ánimo de las personas deprimidas.5
A los seres humanos y a muchas otras criaturas sociales, como los elefantes, los insectos y los animales que viven en manadas, entre otros más, no les va bien cuando están aislados.
Con un espacio de estado restringido, las interacciones en línea a través del correo electrónico y las redes sociales no son un sustituto del contacto cara a cara en la vida real.
Ya sea por accidente o por diseño, a pesar de toda nuestra “conectividad”, en realidad nos hallamos más aislados que nunca. A medida que más y más interacciones humanas tengan lugar en línea, es probable que esta sensación de aislamiento y de individualidad aumente. Apagarlo todo es una solución simple, pero no viable. Quizá si entendemos los mecanismos involucrados podríamos disponernos para tomar una opción cada vez más difícil: ver a la gente, hablar e interactuar con ella cara a cara. Una relación sintética, por muy moderna y conectada que la percibamos mediante nuestros dispositivos electrónicos, no sustituye el contacto real.
* En este ejemplo, el área disminuye inversamente por el cuadrado de la distancia entre los dos centros, de modo que al separar aún más los círculos se reduce muy rápidamente esta zona de intersección.
- Hall, L. M. (2006). Figuring Out People. NSP: Neuro Semantic Publications, Clifton, C.O.
- Susskind, L. y Hrabovsky, G. (sf.). The Theoretical Minimum: What You Need to Know to Start Doing Physics. Penguin Electronic Books.
- Hall, cit.
- Mastin, L. (2009). The Universe by Numbers. Consultado el 7 de octubre de 2015 en: http://www.physicsoftheuniverse.com/numbers.html.
- Donelly, L. (2015). Low levels of face-to-face social contact ‘can double depression risk’. The Telegraph. Consultado el 7 de octubre de 2015 en: http://www.telegraph.co.uk/news/health/news/11912255/Low-levels-of-face-to-face-social-contact-can-double-depression-risk.html.
Lea su blog de autor en inglés o la traducción literaria al español de su novela, El ojo de la luna.
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As always very rich in information and new views, thank you Ivan.
I tend to agree that social media has a high reach for information, however, the warm human contact established in person to person interactions gets lost
in the mechanical media interchange of ideas. And that, human warm, can never be replaced by a mechanical communication.
The span of effects has been explained by this article and in a not too far future we may be able to see the possible adverse effects of lack of direct human contact. We shall see.
In the meantime we could maintain and re-enforce those real human relations while trying to create new ones.
Silvia
I agree. Electronic communications are high in quantity but low in quality. As you say we’ll just have to let it play out, but I would wager there will be less connection in a real sense and more isolation.
Nice article. On-line communication can be a tricky thing sometimes. I think we should increase our state space very soon! See you.
Quite agree!
Nice analysis Ivan, it is daunting to think of the great amount of people who might be living only in hundreds of small space states, and no face-to-face in the future. Luckily, there is an increasing number of intelligent and sensible young people out there who are aware of this great risk of state space loneliness.
We can only hope. I think we may see a blowback against electronics and technology in general as more people decide to opt out. How this will play out will definitely be of interest.
Very interesting subject, one that I had given thought to more than once.
There is nothing that can replace direct human contact, the exchange of emotions, ideas, shared losses or successes with another human being.
If you limit yourself to emails, chats and what not you are introverted, inwardly thinking if the person you started that online relationship is right or not, embedded only on your thoughts and conclusions.
As you noted Ivan, it is different with close family and very close friends, but here the electronic exchanges are shorter and to the point.
I’ve seen younger people introverted on the cell phone; I may have started a communication and the person answering has a sort of a blank look and, if at all, gives only a fast acknowledgement; his/her attention is still introverted to whatever he/she was looking at in the cell phone. They tend to walk slower and observe less.
Yes, technology has many plus points and this is an evolution that will continue but, again, no cell phone, email or chat will ever replace real, warm human contact…not even a Samsung or an Apple!!
Very true. The line between virtual and real is getting blurred. Of course, all this is dependent on the fact that the network to handle all this traffic continues to exist. It may not. Stranger things have happened. There are no guarantees that it will.