¿Es posible predecir el futuro?

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Diciembre de 2011
Ivan Obolensky

Hace algunos unos años nos hicieron esta pregunta a veinte estudiantes en una clase de administración de negocios en línea. Todos, incluido el profesor, dijeron: “No” y escribieron algunas razones para respaldar su categórica afirmación. Señalaban que si supiéramos el futuro todos seríamos multimillonarios, y ese no era el caso. Además, los desastres naturales no nos tomarían por sorpresa, y eso tampoco es así. Muchos concluyeron que solo Dios puede predecir el futuro.

Yo fui el único en asentir. Afirmé que sí, que en muchos casos era posible. Sucede todos los días y uno de los ejemplos que di fue el de las mareas.

Las tablas de mareas ofrecen una idea precisa de las mareas altas y bajas en un lugar determinado y pueden hacerlo con muchos años de antelación.

La hora de salida y puesta del sol para todas las grandes ciudades se reporta todos los días en el canal del tiempo.

Los relojes, las estaciones, las órbitas planetarias y las migraciones son ejemplos de lo mismo.

El denominador común de todas estas cosas es que tienen un movimiento periódico. En otras palabras, un movimiento que se repite en ciclos regulares y es previsible, siempre y cuando se conozca su patrón.

Mis compañeros renegaron y se quejaron, pero me concedieron el punto. Sin embargo, argumentaron que esto no es aplicable a todas las cosas y, por supuesto, tenían razón. Ciertas cosas son cíclicas y muchas otras no.

Yo estaba fascinado por la seguridad que mostraban frente a la imprevisibilidad del futuro, y por la respuesta indignada cuando di mi respuesta. Era como si de alguna manera hubiese tratado de engañarlos, como si les hubiese propuesto una de esas complicadas apuestas de bar en las que uno nunca gana.

Esta reacción me dejó perplejo.

La idea de los ciclos y la previsibilidad no siempre ha sido tan polémica.

Muchas culturas antiguas concebían una visión cíclica del tiempo. Incas, mayas, hopis, babilonios y griegos, para nombrar unos pocos, acogían esta creencia. Por ejemplo, los mayas creían que el mundo actual y los humanos que lo habitaban estuvieron cíclicamente precedidos por otros mundos.

Los hindúes y los budistas modernos creen en el concepto de la rueda del tiempo y que la historia es cíclica.

A esta visión se opone la concepción judeo-cristiana del tiempo y la historia lineales, según la cual el tiempo tiene un comienzo a partir del acto de la creación. El punto de vista cristiano general es también que el tiempo terminará definitivamente con el fin del mundo. Las tres religiones abrahámicas (judaísmo, cristianismo e islam) cuentan con escrituras que describen el fin de los días.

En la conquista del nuevo mundo, el cristianismo tuvo dificultades para borrar la visión de que la vida era cíclica y para sustituirla por la idea del tiempo lineal. Solo lograron un avance mínimo, sobre todo en el Lejano Oriente, donde las ideas de la reencarnación y la rueda de la vida estaban profundamente arraigadas.

En Europa resultó muy difícil deshacerse de las nociones de la Madre Tierra y de las diversas religiones basadas en la fertilidad y el ciclo de las estaciones, pero finalmente prevalecieron el cristianismo y la perspectiva lineal.

La ciencia también ha planteado la teoría del Big Bang y de un universo que tuvo un comienzo definido, en el que el tiempo es como una flecha que apunta en una sola dirección. De todos modos, la posibilidad de un patrón cíclico en el universo no se puede descartar por completo en el largo plazo.

En la historia política moderna y en el campo de la economía, la idea del carácter cíclico ha estado cargada de controversias. Los economistas ortodoxos la han considerado como una forma de herejía y los políticos modernos la califican de absurda y la han hecho objeto de sus burlas.

Basta tener presente la historia de Alexander Chizhevsky para comprender que la adhesión a la idea de que los ciclos son reales aun a pesar de la oposición del Gobierno, y escribir sobre este tema en medio de dicha oposición puede resultar nocivo para la salud.

Chizhevsky estudió el ciclo solar de once años y escribió el texto Physical Factors of the Historical Process. En él analizó los registros de las manchas solares, comparándolos con motines, revoluciones, batallas y guerras. Chizhevsky correlacionó los puntos máximos de las manchas solares con las perturbaciones humanas. Stalin le pidió que se retractara de sus escritos sobre los ciclos solares, ya que contradecían las teorías soviéticas en cuanto a las razones de la revolución y la eventual desaparición del capitalismo. Chizhevsky se negó y fue arrestado. Pasó ocho años de trabajos forzados en un campo de concentración en los Urales. Después sufrió ocho años de rehabilitación soviética. No volvió a escribir sobre los ciclos solares y se concentró en cambio en el tema de la ionización del aire.1

Peor suerte corrió Nikolai Kondratieff, quien trabajó en un plan quinquenal para la agricultura soviética y en temas de investigación sobre factores que influyen en los cultivos y en los productos básicos. A Kondratieff lo sorprendían los ciclos de repetición de los precios. También fue detenido y condenado a ocho años de prisión desde 1932, pero continuó escribiendo e investigando. Fue sometido a un segundo juicio en 1938 y ejecutado sumariamente por un pelotón de fusilamiento. En su trabajo, “The Major Economic Cycles”, sustentaba la existencia de un ciclo económico de entre cincuenta y sesenta años.2

¿Qué tiene la idea de los ciclos que provoca tales reacciones, sobre todo en quienes ejercen el poder político?

Tal vez la historia del rey Canuto ilustre mejor esta idea. Canuto gobernó Dinamarca, Inglaterra, Noruega y algunas partes de Suecia. En la crónica del siglo XII de la historia de Inglaterra, según lo registrado por Henry de Huntingdon, este monarca dio una lección a los miembros de su entorno más cercano quienes pensaban que, por su condición rey, podía controlar todas las cosas. Canuto fue un gobernante particularmente astuto y se dio cuenta de que nadie, y mucho menos un gobernante, podía controlarlo todo. Mandó entonces a que pusieran su trono en la playa antes de una marea creciente, para poder enfrentar el mar. Dirigiéndose a las aguas les recordó que eran parte de su dominio y les ordenó que no levantaran su marea. La marea subió de todas maneras y mojó los pies y las piernas del rey. Canuto hizo mover entonces su trono un poco más atrás. Luego se dirigió a sus seguidores y les dijo que todos los habitantes del mundo deberían saber que el poder de un rey es vano y trivial, y que nadie es digno de tal nombre, salvo aquel que reina en el cielo.3

El concepto de la naturaleza cíclica de las economías y los mercados financieros plantea preguntas inquietantes a quienes gobiernan y a los encargados de mantener la economía en equilibrio. A la gente le gusta el status quo. El propósito del gobierno ha cambiado con los años, pasando de ser un ente encargado estrictamente del manejo de los asuntos exteriores y de la recaudación de impuestos para convertirse en una institución en la que la gente busca una solución a las dificultades e inequidades económicas.

Pero ¿y si las crisis económicas resultan inevitables?

Además, ¿cuál es el punto de las acciones económicas expansionistas y de atribuirse el mérito por estas, si de todas maneras la recuperación tendrá lugar?

No es de extrañar que los gobiernos acojan únicamente las teorías económicas que respaldan la creencia de que la única cura para los males económicos es la intervención del gobierno y la aplicación de sus políticas.

¿Es entonces correcta la visión cíclica pero simplemente se la suprime? ¿Existen los ciclos económicos? ¿Es innecesaria la intervención gubernamental?

Sabemos que se presentan descensos periódicos en la actividad económica. El registro de estos descensos los lleva la Oficina Nacional de Investigación Económica (National Bureau of Economic Research o NBER), que determina el inicio y el final de las recesiones en Estados Unidos.

Una recesión es un periodo de desaceleración económica y se define de varias maneras. La NBER la considera como un período de significativa disminución de la actividad económica. Otros lo describen como dos trimestres consecutivos de producción interna bruta negativa, tal como se mide con el indicador del PIB.4

Una de las principales justificaciones para la continua intervención económica se basa en la prolongación del tiempo vivido en recesión económica antes de 1945, cuando hubo una intervención mínima del Gobierno, y después de 1945, cuando se registraron los esfuerzos gubernamentales más intensos por controlar la economía. Los datos son los siguientes:

Antes de 1945, la economía de Estados Unidos pasó el 40 % del tiempo en una recesión económica que duró un promedio de veintiún meses.

Después de 1945, la economía sólo pasó el 17 % de su tiempo en recesión económica y la duración media se redujo solamente a once meses.

Desde 1980, Estados Unidos ha permanecido únicamente el 10 % del tiempo en recesión, y el período comprendido entre 1980 y 2000 ha sido el de mayor expansión económica sin presencia de una recesión.

Desde el año 2000 ha habido dos recesiones: una de marzo a noviembre de 2001 y otra entre diciembre de 2007 y junio de 2009 (de dieciocho meses de duración).5 ¿Nos dirigimos de nuevo hacia una era de recesión más prolongada, más frecuente y más acentuada, como en la década de 1930?

A decir verdad, es demasiado pronto para decirlo. De todos modos, quienes respaldan la intervención económica como un medio legítimo y eficaz de controlar la economía tienen un récord de éxitos que no se puede descartar.

Edward R. Dewy, como parte de Foundation for the Study of Cycles, Inc., afirma que se ha encontrado que todos los campos tienen un ciclo. Según él, la causa de los ciclos radica generalmente en la existencia de una fuerza restauradora que actúa siempre que un sistema se desvía de su punto de equilibrio. Además, estos ciclos no son perfectamente regulares, sino que el período varía también en ciclos.

El equilibrio es el balance de dos o más fuerzas que crean un status quo. Los sistemas dinámicos, tales como una economía, tienen muchas partes móviles, algunas de los cuales pueden perder su equilibrio. La riqueza se concentra en ciertas áreas de la economía y en algunos países. El principio es que el dinero se mueve hacia donde reciba un mejor tratamiento o hasta que surjan mejores oportunidades.

Un ejemplo es el caso japonés; a partir de la década de 1970 y hasta finales de la de 1980, Japón realizó grandes exportaciones, imponiendo altos aranceles que bloquearon efectivamente muchas importaciones. Mucho dinero ingresó, pero no salió y se quedó en el país. La política arancelaria creó un muro alrededor de Japón que propició un aumento en los precios internos de tales dimensiones que la propiedad en Tokio llegó a costar 995.000 dólares por metro cuadrado en su momento de mayor apogeo. Fue tal el desequilibrio de los precios en Japón, que al país le ha tomado más de veinte años de deflación de los precios para acercarse siquiera a algún tipo de paridad con el mundo exterior.

Movimientos desequilibrantes como estos tienen a menudo una naturaleza cíclica. Algunos pueden observarse en el transcurso de unos pocos años, otros en períodos más extensos. Algunos de los ciclos observados por Dewey fueron los de dos guerras civiles (ciento setenta años y quinientos diez años) y un ciclo bursátil de diecinueve años.6

Mi punto de vista es que, si bien no todo es cíclico, existen ciclos y resulta insensato hacer caso omiso de aquellos que parecen existir.

Creo que una de las razones por las que la idea de los ciclos molesta a la gente es porque, si son verdaderos, exigen entonces que uno aprenda a renunciar al control. En efecto, los ciclos implican el conocimiento del resultado y no queda mucho qué hacer al respecto. Para algunos, esta es una forma de herejía.

Yo lo veo más como las estaciones. El hecho de que sea invierno no significa que uno reniegue y se oponga saliendo a la calle en traje de baño. Hay que trabajar en el contexto del ciclo. Si este señala que se prevé una recesión económica, uno no sale a comprar costosas propiedades inmobiliarias. Llegará un momento en el que esa sea una idea muy buena, pero no cuando los precios están por las nubes.

Uno también puede aprovechar los ciclos estacionales para beneficiarse de los precios de los productos agrícolas. Cualquier persona que compre productos frescos sabe que el final del verano, y no cuando está terminando invierno, es la temporada de precios más bajos para las frutas.

En el caso de los gobiernos, les resulta bastante difícil reconocer el carácter cíclico de los asuntos económicos, ya que rara vez se muestran dispuestos a renunciar al control, de la misma manera que rara vez reducen su tamaño por decisión propia.

Incluso durante los años de Reagan, cuando se anunció y se acordó la intención de avanzar hacia un gobierno más pequeño, el resultado final fue, por el contrario, un aumento en su tamaño.

Una de las dificultades con una percepción cíclica de la vida y de las economías es que el hombre tiene una tendencia a encontrar patrones en los datos, incluso donde estos no existen.

Solo hay que elegir uno de los muchos programas informáticos de elección de valores que procesan datos históricos y escupen señales precisas de compra y venta de acciones que el proveedor promociona diciendo: “¡Si hubiera seguido las señales de nuestro programa habría obtenido utilidades del 150 % en solo seis meses!”. El problema es que cuando se usa el programa los rendimientos a futuro no se asemejan a los rendimientos pasados.

Sin embargo, existe una amplia evidencia de que los ciclos existen en muchas áreas y que de ellos surge la previsibilidad.

El hecho de que un ciclo apunte hacia una desaceleración, no es en sí mismo algo malo.

Cada año tiene sus temporadas y las hay también en la vida de las personas. A veces es mejor simplemente capearlas o esperar a que cambien. Los surfistas hacen esto todo el tiempo con las olas, y lo mismo puede decirse de los operadores de bolsa sensatos.


1 Cycles Researchers. (sin fecha). Alexander L. Chizhevsky. Consultado el 21 de diciembre de 2011, en http://cyclesresearchinstitute.org/cycles-research/general-chizhevsky.shtml

2 Answers.com. (sin fecha). Nicolai Kondratiev. Consultado el 21 de diciembre de 2011, en http://www.answers.com/topic/nikolai-kondratiev

3 Sommerville, J. P. (sin fecha). King Canute (= Cnut) and the waves. Consultado el 21 de diciembre de 2011, en http://faculty.history.wisc.edu/sommerville/123/Canute Waves.htm

4 The National Bureau of Economic Research. (sin fecha). US Business Cycle Expansions and Contractions. Consultado el 21 de diciembre de 2011, en http://www.nber.org/cycles.html

5 University of Colorado Boulder. (sin fecha). The Business Cycle, Aggregate Demand and Aggregate Supply. Consultado el 21 de diciembre de 2011, en http://www.colorado.edu/Economics/courses/econ2020/section7/section7-main.html

6 Puetz, S. J. (2009). The Unified Cycle Theory: How Cycles Dominate the Structure of the Universe and Influence Life on Earth. Denver, CO: Outskirts Press.


Lea su blog de autor en inglés o la traducción literaria al español de su novela, El ojo de la luna.

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  1. SILVIA
    SILVIA06-01-2017

    Fascinating. I think that the past can be used as experience, and in some cases as prediction, for what sort of future are we heading to.

    This article, for whatever reason, made me think of wars. This is an activity that has been present for centuries on end, usually associated with abuse of power while ignoring the majority.

    If you want to predict a future look at Venezuela these days, a civil war may be a predictable future. Could it be?

    We shall see.

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