Cognición (segunda parte)
Julio de 2017
Ivan Obolensky
En el artículo anterior el pensamiento crítico se definía como la capacidad de distinguir entre métodos eficaces e ineficaces de inferencia en la formulación de un argumento lógico.1 Por inferencia se entiende llegar a una conclusión sustentada en la evidencia, el razonamiento y la lógica, más que en la especulación, la opinión o alguna preferencia emocional.2
Por crítico entendemos la capacidad de juzgar.3
En muchos textos sobre pensamiento crítico, el razonamiento lógico es considerado el pensamiento óptimo.
Los seres humanos somos lógicos por naturaleza. Aprendemos por asociación. Si observamos que B es similar a A, concluimos que B funcionará de la misma manera que A. De esta manera logramos cierta familiaridad inmediata. A medida que ganamos experiencia con B, identificamos que existen diferencias entre los dos, pero nuestra asociación mental inicial nos brinda el respaldo necesario para empezar a aprender más sobre B. Poco a poco logramos conocer más. Esto es algo lógico.4
Si decidimos alquilar un auto y el único que la agencia tiene disponible es un Lincoln Mark X, concluimos que deberíamos poder conducir ese modelo, a pesar de nunca antes haberlo hecho. Estamos familiarizados con nuestro propio auto, y esperamos que el Lincoln se pueda manejar de una manera similar. La agencia de alquiler está de acuerdo con nuestra evaluación, pero insiste en exigirnos una licencia de conducción, una tarjeta de crédito y un seguro que cubra plenamente los errores potenciales que puedan cometerse durante el proceso de aprendizaje. Eso también es lógico.
Las decisiones basadas en la lógica se consideran óptimas, siempre y cuando se sustenten en información coherente y completa.5
Coherente quiere decir que los hechos no se encuentran en conflicto ni se contradicen entre sí.
Si el principal sospechoso de la investigación por un asesinato asegura haber estado en su casa toda la noche, y surge un video donde aparece esa misma noche a kilómetros de distancia en una tienda, habrá una incongruencia, y la conclusión de que el sospechoso dice toda la verdad no será lógica.
Al decir completa consideramos que contamos con la información necesaria para llegar a una conclusión válida.
Cuántas veces no hemos dicho: “Bueno, ¡de haber sabido eso, nunca lo habría hecho!”.
De haber estado mejor informados habríamos cambiado nuestra decisión, pero la otra persona involucrada podría haber sabido eso y omitir la información. Eso también sería lógico.
Muchos textos sobre el pensamiento crítico explican lo que es la lógica, resaltan su importancia y ofrecen ejemplos de los numerosos y diversos tipos de razonamiento lógico. Es una parte importante del pensamiento en general, pero la lógica no representa de ninguna manera la perfección del pensamiento óptimo, y mucho menos del pensamiento crítico.
Una calculadora, por ejemplo, es lógica. Cuenta en su interior con un microprocesador formado por miles de circuitos lógicos.
Si ingresamos el número 101 y añadimos 1, la pantalla debe mostrar 102. Si mostrara 110, concluiríamos entonces que la respuesta es incorrecta.
¿Por qué?
Se nos ha enseñado que 101 más 1 es 102. Si le pedimos a otra persona que sume 1 a 101, también llegará a 102 como resultado. La aritmética que se hace de esta manera es un estándar que todos aceptamos. Una calculadora que ofrezca como resultado un número diferente al realizar un cálculo simple no estará haciendo la aritmética correctamente. Tenemos la justificación necesaria para concluir que está averiada.
Pero, ¿lo está?
Miremos con más atención esta calculadora. La respuesta que muestra es 110. La respuesta parece ser errónea, pero en realidad no lo es en absoluto. Resulta que tomamos una calculadora que utiliza la notación binaria. Los números binarios se forman a partir de series de unos y ceros.
En la notación binaria 101 es el número 5 y 110 el número 6. Cuando sumamos 1 a 5 obtenemos 6, lo cual es exactamente correcto*. El resultado se dio en un formato inesperado, pero no es menos cierto.
Este ejemplo ilustra varios puntos sobre el pensamiento.
Incluso si usamos la lógica, en ocasiones llegaremos a conclusiones que simplemente no son correctas.
Partimos de una suposición falsa. Asumimos que teníamos una calculadora de sistema decimal cuando esta no lo era. La lógica de la calculadora fue impecable e, irónicamente, también lo fue la nuestra. No contar con todos los datos fue el factor determinante para llegar a nuestra conclusión errónea. De haber sido programadores de computadoras, habríamos sabido lo que hacía la calculadora, pero no todos tenemos este tipo de conocimientos.
El pensamiento lógico llevado a un extremo significaría que deberíamos cambiar nuestros cerebros por microprocesadores. Cada uno de nosotros sería como el profesor Spock de Viaje a las Estrellas. Una idea interesante con toda seguridad, aunque en la práctica ser lógico no siempre le resultó bien a este personaje.
Además del pensamiento lógico existen otras formas de pensar que a menudo quedan por fuera de los textos sobre el pensamiento crítico, como la intuición.
La intuición no utiliza necesariamente la lógica. Es una forma de pensamiento que no ha sido bien comprendida. Es sabido que recibimos mucha más información de la que podemos procesar de manera consciente. Algunos de nuestros sentidos, como los ojos, cuentan con poderosas unidades de procesamiento que traducen los estímulos en señales, que el cerebro interpreta luego como percepciones. Gran parte de la información que recibimos se suprime o descarta como irrelevante, pero ocasionalmente logramos captar mucho más de lo que era aparente. No entendemos cabalmente la manera como interactúan con otras unidades y con el propio cerebro la mayoría de las numerosas unidades de procesamiento que existen en nuestro cuerpo. La intuición consiste en conocer sin tener conciencia de los pasos que dimos para llegar a una conclusión.
El poeta Yeats dijo: “Las personas que se apoyan en la lógica, la filosofía y la exposición racional terminan por dejar morir de hambre a la mejor parte de la mente” 6.
El pensamiento crítico tiene poco que decir sobre la intuición, debido a la tendencia de esta última a tomar atajos; sin embargo, he oído hablar de grandes científicos, escritores y poetas que confían más en la intuición que en sus habilidades de pensamiento crítico.
Parte de ser un pensador crítico consiste en cuestionar lo que se está leyendo y absorbiendo. En mi caso, me resistiría a renunciar a mi lado intuitivo. No siempre lo comprendo, pero por lo general tiene algo que decirme, y mi información estaría incompleta sin la intuición.
Debido a que tiende a ir directamente a la respuesta, la intuición a veces puede equivocarse. El razonamiento lógico es más preciso a este respecto. De igual manera, la intuición juega un papel en el pensamiento crítico porque puede orientarse a las áreas donde se requiere un análisis lógico más detallado. Ocupa un lugar en el pensamiento crítico.
Los datos incompletos suelen ser el obstáculo con el que la lógica tropieza, sobre todo en lo que respecta al contexto. Esta es una de las razones por las que al pensamiento crítico le toma tiempo desarrollarse. Es necesario obtener la experiencia necesaria que permita crear un contexto suficiente para pensar bien.
Personalmente, encuentro que el pensamiento crítico tiene que ver más con la exhaustividad de nuestra información, nuestras actitudes y prejuicios hacia lo que estamos considerando y con la gestión de nuestros pensamientos que con la forma de razonamiento que utilizamos para llegar a una conclusión.
La verdad es que todos somos pensadores expertos. Pensamos todo el tiempo. Lo que necesitamos mejorar no es la manera como pensamos sino la forma en que manejamos nuestro pensamiento.
El artículo anterior mencionó que nuestro cerebro humano superior tiene una función ejecutiva que enfatiza la planificación a largo plazo y la inhibición. Se sitúa en la cima de una estructura de comando no centralizada, marcada por conflictos y tensiones que provienen de diferentes partes con funciones separadas y que operan en diferentes niveles jerárquicos.
Necesitamos tomar el control de lo que equivale a un mar de voces y sentimientos.
Podemos silenciarlo todo, o al menos intentarlo, pero a menudo nos encontramos con que muchas de nuestras partes pensantes, sean estas emocionales, intuitivas o del corazón, tenían fragmentos legítimos de información que necesitábamos. Ya sea que se trate de un mal presentimiento sobre nuestro tío Roberto o la premonición de que la persona con la que contemplamos hacer un negocio es un estafador, estos pensamientos son nuestros, y nosotros los pensamos. Podemos decidir atenderlos o no, pero a menudo, cuando los ignoramos, nos sentimos en conflicto o al menos tensionados sin razón aparente.
Dado que nuestro cerebro humano superior actúa como una función ejecutiva, tal vez la mejor forma de aprender a pensar críticamente sea hacerlo de manera semejante a la de un director ejecutivo.
A fin de cuentas, este es responsable del desempeño de una empresa. A él le corresponde definir los objetivos, trazar un plan y establecer una estrategia sensata para alcanzarlos. También debería tener gran experiencia en coordinación. Lo mismo se aplica a las muchas voces e impulsos que experimentamos.
Supongamos que una parte de nosotros desea abandonar las actividades habituales y recluirse en soledad en las montañas durante un año. Si se reconoce que podría ser algo que representa una necesidad real, en lugar de suprimir la idea, podría valer la pena desarrollarla. Acordar salir de caminata un fin de semana en lugar de llevar a cabo la idea original podría contribuir en gran medida a aligerar esa necesidad, mientras se sigue cumpliendo con el trabajo que debe hacerse.
Hay sesgos. Todos los tenemos, y gestionarlos resulta más acertado que tratar de erradicarlos. Todos tendemos a confirmar nuestras creencias con la información que observamos. Un director ejecutivo prudente es el que busca una opinión contraria.
En el análisis final, el pensamiento crítico busca esencialmente evaluar lo que escuchamos a través del cuestionamiento de las premisas sobre las que se fundan las opiniones; examinar nuestras creencias, sabiendo por qué pensamos de la manera que lo hacemos, no porque otra persona lo hace, sino porque hemos examinado nuestras razones de una manera objetiva, incluso si estas son inicialmente intuitivas.
Si fuésemos directores ejecutivos, ¿simplemente volcaríamos nuestras mentes en las redes sociales? ¿Evitaríamos algo simplemente porque no queríamos hacerlo? ¿Nos tomaríamos el tiempo para averiguar qué hacen y piensan quienes nos rodean, ya sean personas cercanas o externas? ¿Escucharíamos?
El pensamiento crítico se trata en esencia de nuestra actitud. Significa que tenemos un interés personal en lo que oímos y decimos. Se trata de prestar atención.
*En un sistema decimal, 101 significa ciento uno. En el sistema binario, 101 significa que hay un 4, no hay 2 y hay un 1. Todo esto sumado resulta en 5. Cuando sumamos 1 a 101 en binario obtenemos 110. Hay un 1 en el espacio de 4, un 1 en el espacio de 2 y un 0 en la sección de 1. Esto sumado es igual a 6.
- Colchester, J. (2016), Critical Thinking Framework, in Complexity Labs. Consultado el 8 de julio de 2017 en http://complexitylabs.io/category/reference-critical-thinking/.
- Inference (S.F.). Consultado el 8 de julio de 2017 en https://www.google.com/#q=inference+definition&spf=1496943814163.
- Critical (S.F.), Collins English Dictionary Online. Consultado el 8 de julio de 2017 en https://www.collinsdictionary.com/dictionary/english/critical.
- Colchester, J. (2016), Critical Thinking: An Introduction, Critical Thinking eBook. Consultado en http://complexitylabs.io/.
- Ibíd.
- Yeats, W. B. (S.F.). Consultado el 7 de julio de 2017 en https://www.brainyquote.com/quotes/quotes/w/williambut106043.html.
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