Otra visión de la historia

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Diciembre de 2013
Ivan Obolensky

1. Guillermo el Conquistador nació en Francia en 1027.

2. En 1066 invadió Inglaterra y derrotó a Haroldo en la Batalla de Hastings.

3. Murió en Rouen el 9 de septiembre 1087.

La vida se reduce a menudo a una serie de hechos. Esto es lo que sucede con la historia en la mayoría de las escuelas. No es de extrañar entonces que muchos niños la encuentren aburrida y más tarde, como adultos, la consideren inútil.

Lo que hace falta es el relato.

Sin el relato queda solo la información, lo que es trágico porque debajo de muchos hechos escuetos hay relatos, y algunos de ellos son realmente extraordinarios y dignos de ser contados.

Desarrollemos algunos de los puntos trillados que mencionamos antes:

Guillermo el Conquistador nació en Normandía en 1027. Fue un hijo bastardo. Y lo era en realidad. Fue el hijo ilegítimo de Roberto, duque de Normandía y de Herleva de Falaise. En vez de casarse con ella, el duque persuadió a Herleva para que desposara en su lugar a su amigo Herluin de Conteville.

Guillermo, al final, sería su único heredero.

En 1035, antes de partir en una peregrinación, el duque obligó a sus lores a prestar juramento de lealtad a Guillermo para el caso de que algo le sucediera en el viaje.

Fiel a sus sentimientos premonitorios, el duque murió más tarde ese año, y el ducado pasó a Guillermo, pero debido a su edad fueron sus tutores los que efectivamente lo regentaron. Guillermo se convirtió en un peón en la lucha por el poder que siguió luego.

Esta llegó a su punto culminante en 1040, cuando varios de los barones (señores feudales de Guillermo) no consideraron justo ser gobernados por un bastardo y se rebelaron. Los dos tutores de Guillermo murieron en los combates, pero la revuelta fue sofocada y un nuevo tutor asumió el poder.

Guillermo no logró tomar el control total del ducado de Normandía sino hasta 1045, a la edad de 18 años.

En ese momento se hallaba comprensiblemente paranoico y desconfiado. Había aprendido las artes militares, porque sin estas era obvio que no podría mantener lo que había recibido. Guillermo era un buen estudiante.

Además, su paranoia no era infundada. Dos años más tarde, varios de sus lores del oeste se rebelaron, pero pudo derrotarlos acudiendo a sus habilidades militares.

En 1051 visitó al rey de Inglaterra, Eduardo el Confesor, el cual, según Guillermo le prometió que sería su sucesor.

Haroldo de Wessex, el mismo que Guillermo derrotaría más tarde en la batalla de Hastings, lo conoció en 1064 después de naufragar frente a la costa de Normandía y ser encarcelado por el conde Guido de Ponthieu. Guillermo dispuso su liberación y posteriormente lo nombró caballero después de que Haroldo le ayudara en una campaña. Además, hizo jurar a Haroldo que lo ayudaría a convertirse en rey de Inglaterra después de que Eduardo el Confesor muriera. Y por si esto no fuera suficiente, consiguió que Haroldo se casara con su hija* a cambio de la mitad del reino una vez que Guillermo estuviese en el poder.

Tal vez Guillermo sentía que Haroldo podría incumplir sus promesas. Y de nuevo tuvo razón.

En el fatídico año 1066 murió Eduardo, y cuando Guillermo oyó la noticia envió un mensaje a Haroldo recordándole su juramento y sus acuerdos.

Haroldo respondió a Guillermo diciendo que Eduardo había renegado de su promesa y le había pasado a él su trono. Justificaba su afirmación señalando que el Witanagemot, la asamblea de los lores con poder decisorio en la designación del próximo rey, había votado por él y era su deber defender tal decisión y convertirse en el rey.

Como suele ser el caso, lo que se decide en un consejo tiene que defenderse luego por la fuerza. Haroldo se vio obligado a hacer la guerra a sus otros rivales, mientras que Guillermo, traicionado de nuevo, organizaba un ejército para invadir Inglaterra.

Guillermo hizo estos arreglos con gusto. No era hombre para hacer las cosas a medias, y hasta llegó a conseguir la ayuda del Papa, además de prometer a los que se le unieran una parte del botín.

Los dos ejércitos se encontraron en Hastings donde Haroldo obtuvo una posición táctica superior.

No fue una batalla fácil. La lucha se prolongó todo el día, desde la primera hora de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Finalmente Haroldo cayó en combate, los invasores obtuvieron la victoria, y Guillermo se convirtió en rey de Inglaterra y Normandía.

Los siguientes veinte años de su vida, Guillermo los dedicó a sofocar reiteradas insurrecciones y a organizar su extenso reino. El “Libro del Juicio Final”** fue una de las herramientas de organización que Guillermo ordenó para calcular los ingresos fiscales que se le debían.

Además de crearse enemigos a diestra y siniestra, y muy pocos amigos, Guillermo comía bien y desarrolló una obesidad extrema. Este era un punto sensible para él, de modo que cuando el rey de Francia, su superior feudal, describió su aspecto como el de una mujer embarazada, Guillermo respondió atacando Francia en 1087.

Ese año, seis semanas antes de su muerte, trató de capturar la ciudad francesa de Mantes y le prendió fuego.

A partir de este punto, la historia toma varios rumbos, algunos de ellos apócrifos según la fuente que se utilice. Básicamente, existen dos recuentos: uno escrito por un monje anónimo de la época y otro escrito sesenta años más tarde por Oderic Vitalis.1

Mientras cabalgaba en las afueras de la ciudad, el caballo de Guillermo pisó una brasa y, o bien se cayó o se encabritó. El enorme vientre de Guillermo se desbordó sobre el pomo de la silla y el violento movimiento le rompió varios órganos internos.

Guillermo se retiró a Rouen para recuperarse, pero su estado siguió empeorando. Consciente de que el fin de su vida se acercaba, hizo generosas donaciones a los pobres y a la Iglesia. Incluso entregó recursos a las iglesias de Mantes que había quemado para que pudieran ser restauradas.

El tratamiento para su hemorragia interna no era un área de conocimiento que se dominara en aquel tiempo. Los médicos que lo asistían decidieron que debería ser tratado mediante el consumo de grandes cantidades de hidromiel, una bebida de miel fermentada que no hizo más que crearle un gran problema de flatulencia.

Sin un remedio a la mano, Guillermo tardó varias semanas en morir. Cuando finalmente lo hizo, los ricos que lo acompañaban partieron para asegurar sus propiedades, ante el temor de posibles disturbios de los ciudadanos. Los que se quedaron reclamaron la posesión de las armas, los muebles reales, de hecho, todo lo que no se encontrara atado. Dejaron el cuerpo de Guillermo casi desnudo en el suelo después de haber huido con todo lo demás.

Se encomendó a un solo caballero para hacer los arreglos, trasladar el cuerpo a Caen y sepultarlo en la Abadía de los Hombres que Guillermo había fundado como penitencia por haberse casado con Matilde de Flandes, en contra de los deseos del Papa.

El cuerpo fue transportado luego por el Sena y por tierra a la ciudad, pero justo cuando los abades y los funcionarios de la iglesia salieron a recibir al cortejo fúnebre, se produjo un incendio que finalmente consumió la mitad de la ciudad. La mayoría de los asistentes fueron a combatir el fuego, excepto un número de funcionarios de la iglesia que se quedaron para completar el servicio.

Guillermo fue elogiado por los obispos y abades quienes, después de todo, se habían beneficiado enormemente de las semanas de agonía que soportó el rey. Durante el servicio se solicitó que todo aquel que hubiese sido ofendido por Guillermo lo perdonara, ya que antes de morir el rey había reparado los daños que hizo.

Increíblemente, alguien se paró y reclamó la tierra sobre la que se erigía la iglesia en la que se estaba celebrando el funeral, aduciendo que esta le fue usurpada ilegalmente por Guillermo y queriendo incluso prohibir que el cuerpo “del ladrón” yaciera en cualquier lugar cercano a la propiedad.2

A este hombre, cuya demanda parece haber sido válida, se le tuvo que pagar antes de poder continuar con el servicio, lo que se hizo luego de una rápida colecta para recaudar los fondos necesarios.

Desde este punto en adelante los acontecimientos adquieren un matiz aún más extraño.

Aquel mes de septiembre fue uno de los más cálidos de los que se tenga registro y la multitud era muy grande. Ya sea debido a la hinchazón como resultado del calor, o que a todo lo que Guillermo había consumido durante varias semanas era miel fermentada; o debido quizá a un descuido en cuanto al tamaño del sarcófago, el ataúd y la tapa no lograron contener el cadáver hinchado. Simplemente, era demasiado grande.

Lo que siguió tomó un curso muy similar a la manera en la que Guillermo hizo muchas cosas en su vida: lo que no pudo hacerse con delicadeza se completó utilizando la fuerza.

En primer lugar, quienes estaban alrededor del sarcófago trataron de cerrar la tapa apoyándose sobre ella. Esto resultó insuficiente y fue necesario persuadir a más funcionarios de la iglesia para que aportaran su peso. Por último, el grupo creció tanto que casi todos los asistentes se amontonaron sobre el sarcófago para cerrarlo.

Se desconoce cuántos conformaron el montículo de personas que se esforzaban por cerrar la tapa. Lo que se sabe es que el cuerpo reventó como un globo.

Con gran eufemismo, un cronista de la época relató que un hedor intolerable asaltó el olfato de los que estaban allí, debido al estallido de los intestinos de Guillermo.

Lo que siguió fue un éxodo inmediato y sin control, pues los asistentes intentaban respirar aire fresco.

A partir de este punto los recuerdos difieren, y he leído varias versiones.

Algunos dicen que el servicio se terminó rápidamente.

Otros anotan que el olor era tan horrible que nadie se atrevió a entrar en la iglesia para completar el entierro. La preocupación de los dueños de la iglesia era cada vez mayor porque el cuerpo aún estaba allí, y el calor no disminuía. Buscaron y finalmente sobornaron con grandes sumas de dinero a algunos maleantes para que entraran y cerraran la tapa de la mejor manera posible y enterraran el cuerpo en cualquier lugar que no fuera la abadía.

Se dice que finalmente lograron arrastrar el sarcófago fuera de la iglesia, cavar un agujero y disponer de los restos. Luego cubrieron el sitio con tierra y se dice que nada creció allí durante largo tiempo.

Otros relatos dicen que su cuerpo fue enterrado rápidamente, pero que lo desenterraron en 1522. Ese año se examinó y sepultó de nuevo bajo un monumento, pero cuarenta años después, el monumento fue destruido por una turba calvinista y los restos de Guillermo se dispersaron por los alrededores.

Solo quedó un hueso de la pierna, que se enterró bajo un nuevo monumento en 1642. ¡Pobre Guillermo! Algunos años más tarde, durante la Revolución francesa, este también fue destruido.3

¿Queda alguna lección de todo esto? Probablemente varias, pero una cosa es segura: no pensaremos en Guillermo el Conquistador de la misma forma que antes.

En segundo lugar: posiblemente no sea una buena idea engordar demasiado y cabalgar cuando haya brasas esparcidas y uno ande regodeándose con su último triunfo.


*Guillermo se casó con Matilde de Flandes en 1053 y tuvo nueve hijos.

** El “Libro del Juicio Final” es el registro público más antiguo de Inglaterra. Es notable porque fue el primero de su tipo. Específicamente, detallaba la cantidad de tierra y de ganado que se poseía y en qué impuestos se había incurrido bajo el reinado de Eduardo el Confesor. Guillermo murió antes de que pudiera completarse. Se llamaba el Libro del Juicio Final porque la información que reunía era irreversible, lo que llevó a la gente a compararlo con el juicio final o Doomsday, en inglés, de ahí su nombre.4

1. Simkin, J. (2013) Guillermo el Conquistador. Consultado el 12 de diciembre de 2013 en: http://www.spartacus.schoolnet.co.uk/MEDwilliam1.htm.

2. Plumtree, J. (2012) Stories of the Death of Kings: Retelling the Demise and Burial of William  I, William II and Henry I, S. A. Journal of Medieval and Renaissance Studies, 21 (2012 for 2011): 1-30. Consultado el 12 de diciembre de 2013 en: http://www.academia.edu/3123675/Stories_of_the_Death_of_Kings_Retelling_the_Demise_and_Burial_of_William_I_William_II_and_Henry_I.

3. Stilo, A. (Sin fecha). Consultado el 12 de diciembre de 2013 en: http://penelope.uchicago.edu/~grout/encyclopaedia_romana/britannia/anglo-saxon/hastings/williamdeath.html.

4. The Doomsday Book Online (2013). Consultado el 12 de diciembre de 2013 en: http://www.domesdaybook.co.uk/index.html.


Lea su blog de autor en inglés o la traducción literaria al español de su novela, El ojo de la luna.

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  1. Georgette Blanchard
    Georgette Blanchard12-21-2013

    Excellent as usual – history can be fascinating or boring… depending on how it is presented. And those who forget… though the new Prince William (future king William) is unlikely to repeat this history.

  2. Craig Houchin
    Craig Houchin12-21-2013

    Fun article, Ivan. And so true. Teaching and learning are the two sides of storytelling. Always have been.

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